Si buscas construir una cultura de transparencia y agilidad, haz que todos en tu empresa desarrollen estas tres habilidades

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Es martes, y se acerca el día que vas a presentar una nueva idea a tu jefa. Abres tu calendario y descubres que en ese momento podrías dedicarle un par de horas a trabajar en tu presentación. Inmediatamente, algo dentro de ti te sugiere el camino a seguir: 

  • “Abre el PowerPoint donde estabas trabajando”
  • “Pega un par de gráficas por ahí”
  • “23 slides. Todavía puedo agregar un par”
  • “¿Y si le marco a mi colega para escuchar su opinión? Mmm mejor no, ya sé qué me va a decir”
  • “No creo que necesite practicar, ya tengo todo en la presentación”

¿La responsable de estas ideas? Tu intuición, que tiene una capacidad casi infinita de arrojarte ideas, pensamientos y juicios, y que generalmente juega a nuestro favor.

Hasta que no.

Nuestra intuición ha evolucionado para ayudarnos a mantenernos con vida, y al mismo tiempo, se equivoca de manera predecible en muchas situaciones que nos afectan personalmente.

Por ejemplo, al comunicarnos con los demás. La intuición nos dice 

  • Que si hablamos, los demás nos escuchan
  • Que si nos escuchan, nos entienden
  • Que si nos entienden, nos recuerdan
  • Que si nos recuerdan, ¡ganamos! (mmm, quizá esto sí sea acertado… pero más sobre esto después)

Nos gustaría creer que la comunicación es similar a servir agua en un vaso: la viertes y el agua se queda ahí. Listo, check mi presentación. Todos me compraron la idea

En realidad, la comunicación se parece mucho más al proceso de eliminatorias deportivas o al proceso por el cual un cohete sale de órbita: si una de las fases sale mal, el equipo queda fuera… ¡o el cohete explota!

Por supuesto, el proceso no es completamente lineal y siempre hay variaciones aún entre las mismas personas, pero algunos patrones se repiten:

  • Si la otra persona tiene un problema emocional contigo, le será muy difícil escucharte
  • Si la otra persona tiene prisa, más te vale que seas breve
  • Si fallas en estructurar tus ideas, perderás la atención o peor aún, los confundirás
  • Si omites contexto -o das demasiado-, ADIÓS
  • Si cada quién entiende cosas distintas de tu mensaje, también adiós
  • Si fracasas en apelar a las emociones, tus ideas serán entendidas, pero tendrás muy pocas probabilidades de influenciar creencias y comportamientos
  • Si tu tono de voz es molesto, si te mueves nerviosamente, si volteas a ver el techo en vez de a las personas, si tu internet apesta… ciao, arrivederci, BYE

Entonces, ¿qué hacemos? ¿cómo aumentamos la probabilidad de satisfacer cada uno de estos requisitos? 

¿Cómo le hacemos para mejorar CONSIDERABLEMENTE nuestra capacidad -y la de tu equipo, tus líderes, tus colaboradores- de romper el ruido, retar el status quo y mover a la acción con nuestra comunicación?

¿Por dónde empezamos?

Podrías comprarte veinte libros sobre presentaciones persuasivas, storytelling y actuación, pero, ¿quieres hacer eso? ¿tienes tiempo? 

Aún, leerlos no significa que descubras rápidamente cómo sacarles provecho o cómo usar bien las herramientas.

¿Te serviría que te simplifique la respuesta?

IGUAL Y SÍ.

Después de más de 10,000 horas de pensar sobre esto -sí, Malcolm Gladwell simplificó el trabajo de Anders Ericsson sobre el máximo rendimiento, y al hacerlo, cometió errores e imprecisiones… pero concédeme el punto-, aquí va una respuesta: 

Necesitas trabajar en en tres habilidades específicas, cada una complementaria de las otras:

  1. Dibujar mapas

¿Mapas? En realidad, me refiero a planear tus presentaciones.

¿Qué quieres lograr en cada interacción o momento de comunicación? Te pueden servir estas preguntas: 

  • ¿Por qué quieres comunicar esa idea? ¿por qué estás haciendo esa llamada? ¿qué esperas que suceda cuando termines?
  • ¿Qué piensa tu audiencia sobre ti? ¿podrías romper el guión y sorprenderlos? 
  • ¿Qué piensa tu audiencia sobre lo que vas a comunicar? ¿ya se ha intentado anteriormente?

Puedes wing it, pero caerás en muchos sesgos, y terminarás perdiendo a los demás.

Una manera de salirte de tu cabeza consiste en usar herramientas como el Canvas de la Audiencia que creamos para el Inspira: Storytelling para eliminar la mayor cantidad posible de puntos ciegos. Te dejo una imagen de cómo se ve este canvas. 

  1. Usa historias concretas, breves y relevantes para darte a entender y ser memorable

Me imagino que sigues el blog de Astrolab, y que conoces bien qué es el storytelling, así que pasaré muy rápido por esto.

Quiero ponerte a pensar sobre una realidad. Nos gusta creer que somos la misma persona a lo largo del tiempo, cuando la psicología  ha probado que cada uno de nosotros es en realidad dos personas: la que vive las experiencias y la que las recuerda. 

Al mismo tiempo, son dos personas las que te escuchan: la que está ahí frente a ti y la que va a recordar o no lo que les dijiste. 

¿A cuál necesitas dirigirte? A ambas: a la que experimenta para captar y mantener su atención, y a la que recuerda, pues ella es la que toma decisiones. 

Las historias son una gran herramienta -¿la mejor?- para interactuar, conectar e impactar en ambos yos.

El gran reto con esto de las historias es que hay demasiadas opiniones y poca evidencia sobre qué tipos de historias conviene usar. 

¿Mi sugerencia? Busca la anécdota, ejemplo o historia breve, real, ligera -y personal, si puedes- que traduzca tus ideas en imágenes con las que tu audiencia pueda trabajar. 

Por ejemplo, esta historia que conté hace poco en LinkedIn sobre cómo recordé que la ansiedad de hablar en público me acompañará durante toda mi vida.

Si quisiera hablar sobre este tema en alguna reunión, podría decidir sólo compartir el aprendizaje (“ansiedad de hablar en público me acompañará durante toda mi vida”), que es lo que solemos hacer. 

O podría contar la historia, y entonces mi aprendizaje sería mucho más memorable. 

  1. Aprende a auto-monitorearte para administrar tu energía y la de tu audiencia

Esto es, por mucho, lo más difícil de lograr, pues en realidad implica distintas actitudes, comportamientos y hábitos, y casi todos incluyen un componente importante de autocontrol:

– leer a la audiencia y “el cuarto”

– tener un cronómetro a la mano paro no perder la noción del tiempo

– respirar y tranquilizar tu cabeza, para no transmitir ansiedad

– no perderte o perseguir rabbit holes

– ayudarle a tu audiencia a que se relaje, mediante el uso de humor, la voz y tu vulnerabilidad

Por supuesto, estas habilidades te llevarán a un nivel intermedio. Hay muchos otros elementos a tomar en cuenta si quieres convertirte en un speaker inspirador, pero ya llegaremos a eso en otra entrada.

Por lo pronto, búscame y te doy algunas ideas de cómo desarrollar estas habilidades en equipos de personas cuyo trabajo requiera:

  1. Romper el status quo y el ruido
  2. Gestionar el cambio de tu organización 
  3. Liderar y desarrollar equipos

Sobre el autor


Fecha:
16 de febrero de 2023


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