Lo único que recordaron fue su historia

Cuanto más pasa el tiempo, más me he convencido de que la forma de comunicación más memorable es una buena historia. Ayer lo reafirmé completamente.

Por la tarde me reuní con un compañero de la universidad al que tenía un par de meses sin ver. Charlamos sobre algunos temas genéricos y -naturalmente- recordamos anécdotas de cuando tomamos clases juntos.

-¿Recuerdas cuando nos obligaron a ir a la conferencia del señor del gobierno?

-¿El del restaurante?- me dijo.

Inmediatamente su respuesta llamó mi atención: este señor nos había dado un discurso acartonado y seco por más de una hora. Sin embargo, logró quedarse en la cabeza de la gente al contar una historia.

Si bien es cierto que esta historia no era el tema central de su charla, fue lo que se quedó grabado.

Tristemente, todo el contenido que expuso -que no estoy diciendo que haya sido malo- quedó olvidado.

¿Que hubiera sido de este señor si hubiera contado historias que fueran en función del contenido de su conferencia? La respuesta: la gran mayoría de las personas hubiera recordado el mensaje central.

Todo el tiempo tenemos la oportunidad de ser memorables, ya que todo el tiempo nos estamos comunicando de forma oral. ¿Cómo lo podemos lograr?

1. Contando historias. Es la forma más sencilla de inspirar, emocionar y mover a la acción, tu mejor recurso para ser memorable.
2. Asegurándote de que tus historias tengan un punto. No contar historias solamente por contar, sino que tengan un objetivo y nos ayuden a cumplir un punto.

Un mensaje lleno de historias puede apelar a los dos hemisferios del cerebro: hará que las personas entiendan tu mensaje, se les quede grabado y los mueva a la acción.