El sábado de la semana pasada, José Antonio Fernández Carbajal -presidente del consejo de FEMSA y del consejo del TEC- escribió un artículo en los periódicos de Reforma titulado El futuro es nuestro.
En este texto, José Antonio compartió algunos reflexiones sobre el difícil entorno económico, social y político mexicano -y mundial- al que nos enfrentamos, y aportó ideas llenas de esperanza sobre lo que puede venir para nuestro país si nos ponemos las pilas:
2017 debe ser un año para contarnos una narrativa diferente como país, como instituciones y como individuos. Un año en el que seamos proactivos para diseñar nuestro destino y construirlo con base en nuestras fortalezas -que son muchas- y no esperar soluciones aportadas por alguien más o que vengan de fuera.
¿Cómo haremos esto? Con la ayuda de los jóvenes, dice José Antonio:
Estamos viviendo una maravillosa coyuntura, en la cual nuestros jóvenes podrán jugar un rol fundamental en salir a cambiar su mundo y ser los verdaderos generadores del cambio social, político y económico que tanto ambicionamos.
El problema es que con frecuencia nos topamos con organizaciones y con directivos anclados en estilos de liderazgo del pasado que cortan la inspiración, la creatividad y el drive a los jóvenes -y a todos, según Gallup-.
Hace algunos años, un directivo de la empresa donde yo trabajaba me recomendó leer What brought you here won’t get you there, un libro de Marshall Goldsmith: A nosotros nos ha servido para entender que no es lo mismo pasar de 20 a 200 tiendas que pasar de 200 a 2000 tiendas, me confesó.
Las empresas mexicanas que hoy dominan el mercado regio y mexicano se construyeron bajo el liderazgo de personas muy talentosas, pero con la ayuda de una generación diferente -la X, o baby boomers- a la que hoy pide trabajo en esas organizaciones -los millenials-.
Si queremos construir una nueva narrativa como país, necesitamos que las empresas mexicanas hagan frente a los retos que se presentan para el 2017 -un presidente norteamericano obsesionado con ponerle trabas al comercio internacional, gasolina cara, inflación a la alza, incertidumbre mundial-. Para lograr esto, los líderes de estas organizaciones tienen que repensar sus estilos de liderazgo de tal manera que incluyan a los jóvenes en la toma de decisiones y en la implementación de las transformaciones necesarias.
Pero los jóvenes no podemos quedarnos de brazos cruzados mientras esto sucede: tenemos que actuar.
Un camino de acción consiste en hacerle ver a los líderes de las empresas donde colaboramos que queremos ser parte de organizaciones donde se fomente la colaboración, el crecimiento, la trascendencia y el equilibrio entre trabajo y vida, peticiones que hacen los jóvenes a las empresas, de acuerdo a un estudio que se publicará en 3 semanas.
Si hacemos esto, las distintas generaciones aprenderán a trabajar en equipo y entonces se cumplirá eso que dice el Ing. Fernández: construiremos una narrativa diferente como país.
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