Ahora que traigo el storytelling en la cabeza, lo veo en todos lados. En libros, artículos de internet, revistas, comerciales, pósters e infográficos. Todo mundo habla de ‘las historias’ pero parece que no todos hablan de lo mismo.
La semana pasada llegué con un libro de moda, The Storytelling Animal de Jonathan Gottschall. Lo compré para aprovechar los largos tiempos de espera en aeropuertos mientras estaba de viaje. Vaya que me entretuve –casi hasta pierdo un vuelo por andar leyendo-. Cuando llegué a la oficina, Andrés se dio cuenta de mi lectura y me comentó “es el autor con el que Shawn tuvo una discusión sobre el significado de historia”.
Me dio curiosidad buscar más referencias del autor, del tema y terminé filosofando con los demás consultores en Astrolab sobre el verdadero significado de historia. Les comparto algunas de mis conclusiones.
¿Qué es y qué no es una historia?
El problema de las historias es que hay muchas definiciones contradictorias. En la RAE, una historia es del mismo modo (ver definición 1 en la imagen de abajo) la narración y exposición de los acontecimientos pasados y dignos de memoria, sean públicos o privados, y también (ver 2) la disciplina que estudia y narra estos sucesos. Es (ver 6) la narración de un suceso real, sin embargo también es (ver 7) una narración inventada, (ver 8) una mentira o pretexto.
Por eso conviene distinguir entre diferentes tipos de historia.
A la disciplina (ver 2) nosotros le llamamos Historia con ache mayúscula. Ésta, estudia al (ver 4) conjunto de sucesos o hechos políticos, sociales, económicos, culturales, etc. de un pueblo o una nación. Nosotros les llamamos a ésas, grandes historias. A la narración inventada (ver 7), le llamamos ficción. Y a las mentiras y pretextos (ver 8) preferimos llamarles mentiras y pretextos.
Sin embargo, la definición no nos dice mucho de lo que es una historia en realidad. Por eso en Astrolab nos gusta explicar qué es una historia a través de sus elementos. Para esto nos apoyamos en lo que aprendimos de nuestro mentor, Shawn Callahan. Me tomé la libertad de parafrasear algunas de sus ideas en español.
Un error común es pensar que las historias son un conjunto de palabras. En realidad, las buenas historias son una combinación de imágenes y emociones. Una buena historia te transporta a un tiempo específico, por ejemplo, “la semana pasada…” o “el otro día…” o “en 2008…”. y a un lugar concreto “en la oficina…” o “en el estacionamiento del corporativo…”. Además tienen un personaje principal “Gerardo, el director de la compañía, salió para…” y secundarios “entonces Andrés, que ha estado en esta empresa desde 2011, dijo…”
Además, las historias describen un evento que sucedió “mientras me servía café…” o “cuando me contrataron de director comercial…” y generalmente está interconectado con una serie de acciones “y después esto… entonces lo otro… por eso…”
Será más poderosa aún si incluye diálogo “me dijo: ¿cuándo regresarás?” y si sucede algo inesperado “cuando regresé a averiguar la raíz del problema, noté que no era mi compañero quien tenía el problema, tampoco su computadora, era el teclado que había dejado de funcionar…” Cuando combina todos estos elementos, ayuda a que la gente sienta que fue lo que pasó.
Por último, para que sea una historia de negocios, debe hacer un punto relacionado con el negocio –valga la redundancia-.
Por todo esto, concluimos que una historia es una promesa, un compromiso de compartir algo que la audiencia no sabía. No tiene que ser una gran visión pero lo normal –en una buena historia- es que el escucha eleve las cejas un poco. Eso es lo que hace que la historia sea digna de contarse.
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