Laura, una mujer de treinta y tantos años bastante capaz, dedicó unos veinte minutos a platicarme sobre cada uno de los miembros de su equipo:
Joaquín es súper aprensivo. Con él necesito abrir conversaciones relativamente seguido para que me cuente cómo se siente. De él necesito un poco más de naturalidad y sencillez. María, por el contrario, es súper out-going. Con todo mundo habla y a todo mundo hace reír, pero no es la mejor técnica. A veces se atropella y se revuelve un poco con sus argumentos. Pepe es diferente. Pepe (…)
Ayer tuve una entrevista con ella, gerente del área comercial de una empresa de manufactura.
Estas sesiones surgieron de un diagnóstico que realizamos el año pasado en la empresa de manufactura donde trabaja. Resulta que el personal de la organización que más puesta tiene la camiseta de la empresa comparte -en general- una constante: un jefe que lo motiva, le comunica claramente cómo generar valor y abre constantemente espacios para conversaciones profesionales y personales enriquecedoras.
El profundo conocimiento que Laura tiene de su gente -respaldado por muy buenas calificaciones en sus encuestas 360- me hizo pensar en Quiet, el libro de Susan Cain que estoy por terminar, y reafirmó una suposición personal: es esencial conocer el nivel de introversión o extroversión de cada uno de los miembros de tu equipo para sacar lo mejor de ellos.
Susan dio una TEDTalk a principios del 2012, y un año después publicó Quiet sobre el mismo tema: las diferencias existentes entre los extrovertidos y los introvertidos, y la riqueza de uno y otro.
La introversión / extroversión de un ser humano es de los elementos de temperamento (patrones emocionales y de comportamientos con los que naces) y de personalidad (temperamento + experiencias + lo aprendido) más determinantes.
Es evidente que hay personas que necesitan más estímulos externos que otros, y cómo hay personas más reservados que necesitan tiempo a solas, o que de repente se apagan cuando se saturan de ruido o de información (tú eres uno u otro), pero es un poco menos evidente cómo esto impacta en sus vidas.
Dedica treinta segundos a pensar en las personas que tienes a tu lado o que viven contigo
¿Cómo son?
¿Cómo reaccionan ante grupos grandes -o nuevos- de personas?
¿Qué tanto silencio necesitan?
¿Qué valor le dan a los estímulos internos (emociones, abstracciones, lecturas, experiencias)?
Seguramente te has dado cuenta de que en una misma familia hay introvertidos y hay extrovertidos, y esto suscita una pregunta interesante: ¿de dónde viene esta personalidad? ¿la llevamos en nuestros genes o la aprendemos en nuestro crecimiento y desarrollo?
Escribo esta primera parte porque quiero compartir algo de lo que he aprendido con respecto al origen de la introversión / extroversión esperando que te sirva en tu trabajo y/o en tus relaciones personales. En la segunda parte daré algunas sugerencias sobre cómo tratar a unos y a otros para obtener su máximo potencial.
La herencia
Susan Cain aporta una estadística como punto de partida: La introversión y la extroversión son hereditarias en un 40% a 50%. La razón de esto se encuentra en el cuerpo amigdalino,
un conjunto de núcleos de neuronas localizadas en la profundidad de los lóbulos temporales de los vertebrados complejos, incluidos los humanos. El cuerpo amigdalino forma parte del sistema límbico, y su papel principal es el procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales (tomado de Wikipedia).
El Dr. Jerome Kagan hizo un experimento con niños recién nacidos. El objetivo del experimento consistía en descubrir la relación entre el cuerpo amigdalino y su nivel de introversión / extroversión.
Los experimentos con los niños recién nacidos consistía en exponerlos a distintas sensaciones (grabaciones de voces en audio, globos que tronaban, objetos en movimiento frente a ellos, olor de alcohol en Q-tips).
Un grupo de los niños reaccionaban fuertemente ante las sensaciones: lloraban, movían violentamente los brazos y piernas, giraban la cabeza. Los de otro grupo se mantuvieron en paz durante las exposiciones. El resto de los niños caían en medio, entre los distintos extremos.
El Dr. Kagan encontró que podía predecir quién reaccionaría mucho y quién no gracias fundamentado en razones fisiológicas: entre más reactivo fuera el cuerpo amigdalino de un niño, más gritaría y se movería, y viceversa. Los niños con un cuerpo amigdalino pasivo se limitarían a observar los globos y a moverse pacíficamente frente a las sensaciones del alcohol y del sonido.
Entre mayor fuera la reactividad del cuerpo amigdalino del niño, mayor era su pulso, la dilatación de sus pupilas, lo apretado de sus cuerdas vocales y mayor era el cortisol en su saliva. En conclusión, entre mayor fuera esta reactividad, mayor sería el nivel de intensidad de sus sensaciones cuando se enfrentara a algo nuevo y estimultante. (Susan Cain, Quiet)
Y más: esta reactividad también se traducía en el nivel de atención, de procesamiento y de profundidad en sus decisiones. Las personas más reactivas tienen muchos más movimientos oculares que los poco reactivos a la hora de tomar una decisión.
Lo interesante es que los experimentos del Dr. Kagan no terminaron ahí. Kagan continuó estudiando a esos niños durante varios años y predijo quiénes de esos niños se convirtieron en personas introvertidas y quiénes en extrovertidos.
Las predicciones fueron contraituitivas: los niños altamente reactivos se convirtieron en introvertidos que recibían la novedad con mayor excitación (y por lo mismo nerviosismo) y los poco reactivos se volvieron extrovertidos y generalmente más sociales y poco excitadas con la novedad.
Lo cultural
Ahora bien, esto no determina por completo el nivel de introversión / extroversión de una persona. El resto depende de las decisiones y elecciones que cada quien tome: qué carrera elegir, qué grupo de amigos elegir, qué tipo de hobbies buscar…
Pero la influencia del cuerpo amigdalino es muy fuerte e influye en nuestra toma de decisiones.
Los niños con menor nivel de reactividad buscan el peligro y el riesgo desde que son niños.
Cuando llegan a la edad adulta se enfrentan a riesgos más altos sin parpadear. De pequeños van a escalar rejas, se volveran poco sensibles y treparán por todas partes. Vivirán muchas más experiencias que los demás: no les molesta lo nuevo.
Y por el contrario: los niños altamente reactivos tienen muchas más probabilidades de convertirse en artistas, escritores, científicos y pensadores porque su aversión a la novedad los lleva a pasar tiempo en el ambiente familiar del interior de su conciencia.
¿De qué le sirve a Laura saber todo esto? ¿de qué te sirve a ti? Te invito a leer la segunda parte de este artículo en los próximos días. Ve pensando tu respuesta.
El libro es bastante interesante. Busca destigmatizar, por fin, la etiqueta un tanto negativa que tiene “la introversión”. No es que uno sea mejor que el otro, sino que sencillamente son diferentes, y como extremos de un mismo continuo, cada persona es tanto extrovertida como introvertida (en diferentes proporciones). Mientras que la sociedad actual celebra las características de ser extrovertido, ciertamente ser introvertido también lleva la ventaja en otras que, probablemente por la misma tranquilidad de quienes son sus estandartes, no son tan conocidas. Pienso que es cierto: conocer hacia qué extremo se inclina una persona definitivamente puede ayudarnos a… Read more »
Es un tema muy complejo y difícil de explicar y probar, pero definitivamente tiene sentido hablar de ello. Al menos para que los extrovertidos entiendan porqué los introvertidos son como son. Pista: no es por aburridos ni por engreídos ni por emos.
Your article helped me a lot, is there any more related content? Thanks!